Edad de Oro. Revista de Filología Hispánica (2023), XLII

¿Quién quiere ser viejo? ¿Quién desea que el espejo le devuelva la imagen de un cuerpo que apenas reconoce como propio? ¿Quién aspira a descubrir que sus capacidades cognitivas paulatinamente se van ralentizando? Seamos sinceros, nadie. Ninguna persona ecuánime cree que la vejez sea un estadio de plenitud y dicha, alejado de las obligaciones laborales, un premio por todos los esfuerzos y las renuncias realizados durante los años más joviales y activos. Provoca lo contrario a esta idealización ficticia que no tiene su correlato con la realidad, porque la vejez suscita rechazo al asociarla con un sinfín de achaques tanto físicos como mentales, al vincularla con la inutilidad, la dependencia y la fealdad, pero también con la pobreza, la marginación y la soledad.

Socialmente se considera a los ancianos inferiores, improductivos, enfermos, torpes, lentos de reflejos tanto físicos como intelectuales…, algo que contribuye a racionalizar y justificar la discriminación que sufren, incluso entre personas de edad similar, porque el viejo —no lo olvidemos— siempre es el otro, nunca uno mismo. Los cánones y las modas vigentes asocian la juventud con la salud, la belleza y el éxito; frente a ella, la vejez se convierte en sinónimo de enfermedad y decadencia. El miedo a deteriorarse origina un desprecio a los ancianos, al encontrarse en el último peldaño de una vida próxima ya a su fin —como si la muerte fuera contagiosa—. Ante este repudio, en el fondo, la sociedad siente vergüenza de sí misma, pero a su vez se mantiene callada, en un silencio indecente que se impone para vetar cualquier estudio sobre la senilidad que interpele su conducta indigna y reprobada.

Por ello, en este monográfico sobre «La vejez en el Siglo de Oro» vamos a plantearnos si existe o no una discriminación por edad explícita e implícita que refleje prejuicio, estereotipos y exclusión frente a las personas mayores, cómo esta gerontofobia y gerontofilia aparecen reflejadas en las literaturas hispánicas de los siglos xvi y xvii. Creemos que es necesario deliberar sobre cómo se trata la vejez en la temprana Modernidad para que, desde ese periodo histórico, se inicie una reflexión sobre lo que sucede en la actualidad, con el objetivo de que la gente tome conciencia de ella, supere sus temores y escrúpulos, y valore el capital humano e intelectual que se desdeña al arrinconar y excluir a las viejas y a los viejos.

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  Revista UAM
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